Cada vez que me invitan a contar la vida y obra de mi abuela, el desafío que subyace intrínseco consiste en abordar a esta particular mujer desde un nuevo lugar. Como si pudiera encontrarle una nueva punta al ovillo desde donde tirar, para así, desenmarañar y descubrir una nueva faceta de su persona. Dicho esto:
“Tengo la sensación de que tengo una puerta en frente mío, con un picaporte. No sé si girarlo o no. No sé si ir a averiguar qué hay más allá de la puerta. No sé qué me espera del otro lado.”
En una de nuestras tantas charlas, entre filosóficas y físicas, sobre la muerte hace unos meses, eso fue lo que Christiane Dosne Pasqualini me susurró desde su sillón, con lo que le queda de voz, con ese hilo frágil, pero que aún intenta expresar, decir, contar. Y es que, ¿cuál es el vínculo de una investigadora con la muerte? ¿Cómo convive mi abuela, a la sombra de esa obligada fatalidad, junto a la cual todas y todos nacemos pero que, para una persona de su edad, es cada vez una cita más inminente? ¿A caso el gen de la curiosidad, su afán por descubrir un caracol en la playa entre miles de piedras insulsas, puede salvarla o distraerla de la angustiante incertidumbre de no saber qué hay del otro lado de la vida? O caso contrario, ¿es justamente esa cualidad científica y su consecuente agnosticismo lo que la vuelve fría, calculadora, ante el predecible desenlace de la existencia?
Christiane es mujer, es científica, esposa, madre, abuela, bisabuela. Pero por sobre todo, Christiane está marcada por el gen de la curiosidad. Es una apasionada por la vida, por descubrir el por qué de las cosas. Si tuviera que condensar el paso de mi abuela por este mundo -travesía que aún continúa, pues ella tiene hoy 102 años recién cumplidos-, diría que su actividad ha sido formularse preguntas de toda índole y zambullirse en la marea tumultuosa de encontrarles respuestas, aún sabiendo que dichas respuestas serían superadas, luego, por nuevas verdades, y esas por otras nuevas verdades, generación tras generación y así, sucesivamente. Considero que hacer ciencia requiere de una gran dosis de humildad, pues quienes a ella se dedican destinan enorme parte de su tiempo y su vida a una causa cuya solución puede que no se encuentre nunca. Esta especie particular -y en extinción, me atrevo a decir- de personas, posee la característica de sentir plenitud al estar contribuyendo con un pequeño granito de arena a la construcción de la gran Catedral del Conocimiento, como la llaman. Aún con la posibilidad latente de que dicha montaña se derrumbe en cualquier momento.
Esta curiosidad de mi abuela presente, desde siempre, es una virtud, en términos de que ha funcionado como su motor personal para levantarse cada día, para salir al mundo e intentar modestamente descifrarlo. ¿Por qué una célula sana se transforma en una célula enferma? Ejemplo de mujer, de tesón, de dedicación full-time, de amor por el trabajo, Christiane Dosne Pasqualini se volcó principalmente a preguntarse por la causa de la leucemia. Ha publicado en sus más de 75 años de labor ininterrumpida, innumerable cantidad de ensayos sobre sus experimentos y experiencias. A los 22 años, se radicó en Buenos Aires, llegando sola en barco, gracias a una beca de la Asociación de Mujeres Canadienses que le facilitaba sumarse a la fila de investigadores que realizaban medicina experimental junto a Bernardo Houssay. Si bien nació en París, su padre René Dosne -otro curioso innato e ingeniero químico- había decidido mudar a la familia al Canadá por una oportunidad de trabajo. Tanto él como el mentor canadiense de Christiane, el reconocido Hans Selye, la alentaron a viajar a las pampas argentinas, a Sudamérica, a ese exótico fin del mundo, luego de recibirse de McGill Univeristy (Montreal) con un PhD en Medicina Experimental.
Gracias a su atrevimiento, a su coraje, gracias a que tomó el camino menos transitado, como diría Robert Frost1 -en vez de optar por una Beca para seguir formándose en la prestigiosa Yale University (USA)- llegó a Argentina, país del cual se enamoró y en el cuál encontró de quien enamorarse: mi abuelo, el médico endocrinólogo, docente, escritor y también investigador, Rodolfo Pasqualini2. Ha trabajado sin parar desde entonces, contagiando a cientos de becarias y becarios nacionales e internacionales. Fue la primera mujer en ocupar un asiento en la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. Con orientación en Hematología, fue ella quien fundó la Sección de Leucemia Experimental dentro del Instituto de Investigaciones Hematológicas de la Academia. Fue miembro del comité de la Revista Medicina y ganó innumerables reconocimientos, entre ellos el Premio Konex en 1993 y el Premio UNIFEM-NOEL en 1995, este último junto a la Madre Teresa de Calcuta.
¿Y dónde queda la vida personal, cuando la ciencia ocupa tanto sitio en la vida de una persona? Considero que hacer ciencia siendo mujer, requiere de una fuerte dosis de valentía. Christiane nunca descuidó a su hogar, a su marido, ni a sus cinco hijos. En pleno siglo XX, donde todavía la mujer estaba casi condenada a la tarea de ser ama de casa, ella quiso lo que hizo e hizo caso a su anhelo de ejercer su vocación y lo mantuvo, a la par de su vida personal, con suma convicción y a su manera.
Christiane también supo cultivar su círculo afectivo, su alegría de vivir, los placeres cotidianos como unas vacaciones en Miramar en familia, un juego de bridge con amigos, una salida al cine el sábado por la tarde. Cuando Rodolfo enfermó ella continuó yendo a trabajar, pero le prometió volver a las tres en punto de la tarde para sentarse al lado de él en la cama y hacerle compañía. Para no aburrirse mientras él dormitaba y para apañar su indomable espíritu inquieto, se puso a releer la correspondencia que se enviaba con su madre y se anotó en un taller de escritura. Cumplió con la palabra dada a Rodolfo hasta el último día de mi abuelo. Se querían muchísimo. Es más: considero que el mayor tesoro del amor de mis abuelos fue la complicidad de comprender mutuamente que ambos tenían amantes: sus respectivas vocaciones. Después ella decidió llenar el vacío de ese vínculo contando su historia, plasmándola en el papel en un libro que tituló “Quise lo que hice: autobiografía de una investigadora científica.”3
Hoy, Christiane pasa los días en su sala de estar, mirando un poco de televisión junto a las mujeres que viven con ella y le dan de comer en la boca. Ellas cuidan, cuidan del valioso árbol añejo y sabio que tenemos en nuestra familia. Nosotros vamos a visitarla. La pandemia aminoró la regularidad de dichas visitas, pero siempre que puedo me escapo a su casa y dormimos juntas la siesta. También la observo y le escucho su hilo de voz. La dama de las preguntas, se sigue preguntando. Aún hoy, aún por lo bajo. Apenas con ese resto de corazón que le sigue funcionando y que sigue eligiendo permanecer de este lado de la puerta, vaya a saber por qué, vaya a saber hasta cuándo. Su ejemplo inspira a todos los que se encuentran con su presencia, inspira a mujeres que necesitan valor para romper con esquemas que lamentablemente aún siguen vigentes -menos, pero siguen todavía allí, aquí- y sé que su espíritu va a permanecer vivo, aún cuando la ley del juego de la vida
1 Robert Frost escribió un poema que Christiane Dosne Pasqualini siempre lleva con ella. Se titula “The Road Not Taken”. En un pasaje de dicho poema Frost escribe: “Dos caminos divergían en un bosque / Y yo tomé el menos transitado / Y eso hizo toda la diferencia.”
2 Rodolfo Quirino Pasqualini (Buenos Aires,1909- Buenos Aires, 2004)
3 El libro está disponible en internet y en algunas librerías físicas.
arrebate de estos aires y la convierta nuevamente en polvo de estrellas… o en eterna pregunta.
©Belén Pasqualini
11 de Febrero de 2022.
Biografías:
Christiane Dosne Pasqualini (extraído de la Academia Nacional de Ciencias)
Doctora en Medicina Experimental en McGill University de Montreal, Canadá. En 1942 recibió una Beca de la Federación Canadiense de Mujeres Universitarias para trabajar con Bernardo Houssay en Buenos Aires. Ingresó con una Beca Fundaleu (1957-62) en el Instituto de Investigaciones Hematológicas de la Academia Nacional de Medicina que llegó a dirigir (1981-83). Investigadora del CONICET desde 1963 y Emérita desde 2002. Miembro de la Academia Nacional de Medicina y Correspondiente de las de Medicina y de Ciencias de Córdoba. Sus trabajos sobre cáncer experimental e inmunología fueron objeto de más de 300 publicaciones en revistas nacionales e internacionales. La Dra. Christiane Dosne Pasqualini es la primera científica mujer Académica de la ANC.
Belén Pasqualini es actriz, cantante y compositora. Licenciada en Artes Dramáticas (U.N.A.). Ha sido una de las cinco ganadoras de la Beca Fulbright/Fondo Nacional de las Artes, que le permitió perfeccionar su técnica de actuación en el prestigioso Lee Strasberg Theater and Film Institute de New York City. Como actriz, obtuvo el PREMIO A.C.E. REVELACION FEMENINA 2011 por su rol de mendiga en Sweeney Todd y su unipersonal “Christiane. Un bio-musical científico”, el cual narra la historia de su abuela la Dra. Dosne Pasqualini, ganó 3 Premios Hugo (“Mejor Unipersonal”, “Mejor libro de musical original”, “Mejores letras de canciones”, 1 Premio L.A.T.A. («Mejor actriz de teatro viistante», NYC, USA), estando nominado, también en los rubros “Mejor Dirección” y “Mejor Música Original”) y estuvo nominado al Premio A.C.E. en el rubro “Mejor actuación femenina en musical, music-hall y/o café-concert” y al Premio Maria Guerrero como “Mejor autor argentino”.